miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Y a mí cuando me toca?

En la parada del cole siempre hay un muchacho demás conversador y que siempre se está quejando por el horario. Tiene unos anteojos de esos que te dejan los ojos en caracolito y un reloj bien grande. Siempre viaja con un bolsito y un buzo, “por las dudas refresque”. Uno de esos días lo ví saludando una chica que subió con una remera de APANA (Asociación de Padres y Amigos de Niños y Adolescentes Aminorados), con la cual conversó efusivamente. Recién ese día noté que él era diferente.

Otro día, en su charla con otro pasajero comentó que el día anterior había recibido una netbook y que “el propio gobernador me la dio en mano”. Muchos de los oyentes inadvertidos manifestaron una leve duda o sorpresa en sus rostros, no sé si por lo del gobernador o porque no creyeran que el muchacho podía ser beneficiado con esta herramienta. Una señora a mi lado me comentó: “es verdad, a mi hijo también le dieron”.

El relato de la señora siguió solo sin que yo preguntara nada, pero seguramente mi rostro indicaba una atenta escucha. Transcribo simplemente lo que me dijo porque no creo que quepa otra forma de describirlo: “No sabe como lloraba ese chico, tenía una emoción que no se podía creer”, comenzó y dijo a continuación que “justo el día anterior estábamos mirando en la tele que la Presidenta entregaba las netbooks a unos chicos de una escuela secundaria. Él me miró y me dijo: ¿Mamá, cuando nos va a tocar a nosotros? ¿Por qué siempre quedamos afuera?

La madre le contestó simplemente “¡ni lo pienses!, vas a tener que esperar”. Después me explicó que en la casa tienen una computadora de escritorio, “pero no es lo mismo viste, porque esta es solo para él. Cómo él la quería tanto y tiene trabajo, le dije que bueno, que tenía que ahorrar si se la quería comprar. Ese mismo día a la noche me llaman que vaya a la mañana siguiente que el gobernador les iba a entregar una netbook. No sabe, no durmió esa noche, y no paró de llorar de la emoción. Está tan contento que por fin alguien se acordó de ellos”.

No encontré palabras para describir lo que me producían esas palabras, porque es verdad que eran personas prácticamente olvidadas y que, sin instituciones civiles que se hagan cargo de ellos estaría fuera del sistema. Si bien hoy ya existe una tendencia para que estos chicos sean integrados a escuelas comunes, el proceso es lento y el cambio cultural necesitará años de “cuajada” para fructificar. En este sentido, rescato las palabras del gobernador en ese acto cuando admitió frente a estas etidades que “necesitamos de ustedes como el aire”, porque de otra manera el Estado nunca llegaría a otorgar este beneficio.

Sé lo que es no ser incluido, todos alguna vez, debemos haber sentido eso en carne propia, unos mas, otros menos. La real importancia de la inclusión no tiene que ver con lo que se entrega en mano, sino con significar en ese acto que esas personas existen, son tenidas en cuenta, tienen derechos y, principalmente el Estado, tiene el deber de no olvidarse de ellos. Sentí a través de ese relato que algunas cosas están cambiando para siempre y es muy bueno que eso suceda, porque definitivamente, no hay que volver atrás.

Un derecho adquirido debe defenderse todos los días con pequeños actos. A veces escucho a algunas personas decir ¿y a mí cuando me toca?, y me parece propicio que se le pida mas a un gobierno que da respuestas. Lo que no comparto, es que quienes no tienen urgencia no sean lo suficientemente solidarios para darles lugar en la cola a aquellos que esperaron muchos años para ser incluidos.


El acto se desarrolló el 1 de septiembre de este año en el salón de actos de la Unión Personal Civil de la Nación (UPCN). La Fundación Esperanza hizo la propuesta al gobernador para la compra de las netbooks ya que las entidades como la Asociación Paranaense de Síndrome de Down (Aspasid) –receptora de las netbooks- no están incluidas en el Conectar Igualdad. De esta forma, el Estado provincial dispuso del dinero necesario, que fue entregado a la fundación para la compra de 41 máquinas. Si bien la entrega iba a ser simbólica, el mandatario entrerriano decidió entregar cada una de ellas en ese acto.