martes, 20 de diciembre de 2011

No nos han vencido

El colectivero ameniza el viaje con una radio local. En un momento, la voz del otro lado comenta que hoy es 20 de diciembre y se cumplen 10 años de los hechos lamentables del 2001. Un vecino le dice a su compañero de asiento: “viste, hoy hace 10 años que lo echaron a De La Rua”. Es en ese preciso instante dónde comienza el relato de lo que cada uno hacía por aquello días.

Uno “changueaba” para mantener la familia porque se había quedado sin trabajo. El otro tenía trabajo pero cobraba en bonos federales y era activo militante del día a día, no solo a fin de “parar la olla”, como se dice en la jerga, sino también para ayudar a otros que tenían menos aún. Recordé entonces, lo que me sucedió a mí en aquel entonces, cosa inevitable para cualquier argentino que haya sobrevivido a aquellas épocas.

Creo que hacía calor, pero eso no tiene importancia, ya que el día anterior me había dormido con la radio pegada a la oreja, escuchando los relatos de las noticias que a cada instante se sucedían. Antes de partir al trabajo llamé. Del otro lado, una voz desconcertada no me supo decir si debía o no ir a trabajar. Salí en la bici, como cada día.

La calle estaba desierta, ardiente y silenciosa, como si el ángel de la muerte hubiera recorrido las calles antes de mí. Entre el cansancio y la angustia que tenía, comencé a darme cuenta de que no eran momentos de lamentos, que algo había cambiado para siempre. Me sentía culpable por tener trabajo y cobrar en pesos, por trabajar para una multinacional y tener algo de comer en la mesa. Con mi hermana compramos un migón en una panadería e inventamos al menos cinco versiones de sándwiches con lo que pudimos encontrar. Esa fue nuestra cena de Navidad.

Llegué al trabajo. No me dio miedo la gente que ya se agolpaba en la vereda para ver que podían conseguir, me dio miedo la gran cantidad de uniformados y civiles armados dentro de las inmediaciones del supermercado. Miré al techo y vi más gente apuntando. Entré. Vi el piso reluciente y las góndolas llenas y me dieron ganas de llorar. Me dio bronca, impotencia, rabia. A las mujeres nos despacharon, a los hombres los hicieron levantar el cerco perimetral que el día anterior había sido volteado por los manifestantes.

Salí de nuevo, aliviada de ya no estar en ese lugar. En la calle encontré a mi padre, que venía en la camioneta del trabajo haciendo un reconocimiento de lo sucedido, que el día anterior seguimos por radio y televisión. Vimos gente levantando soja en granos de la calle con pala, ya que habían parado un camión que la traía y al parecer la habían volcado en la calle. Pasamos por un supermercado una esquina, donde parecía se había desarrollado una batalla campal y desigual entre cascotes y palos y cartuchos y balas.

En otro lugar de la ciudad, otro supermercado muy conocido cuyo saqueo se había trasmitido por los medios, parecía abandonado hacía muchos años y estaba completamente vacío. En algunos lugares aún perduraban los grupos de policías apostados en las puertas, en la calle todo movimiento parecía sospechoso. Ninguna cacerola paranaense acompañó la movida nacional la noche anterior, lo que reinaba era el miedo. Todo esto sin contar que en pocas horas más deberíamos lamentar una niña en el hospital, otra muerta y un joven desaparecido, quienes luego pasaron a engrosar la lista de víctimas de esos días. Eran Romina Iturain, Eloísa Paniagua y José Daniel Rodriguez.

Por aquellos días pensaba que era una privilegiada, porque había gente en peor situación que yo. Durante esto diez años, me costó recuperar la alegría de festejar la Navidad y diría que nunca recuperaré ese lugar que en mi interior significaba esa fecha. Tampoco supe de la esperanza hasta que vino Néstor, no supe de las certezas hasta que llegó Cristina, no supe de la política hasta que vi grupos y grupos de gurises entusiasmados con meterse en esa práctica que hasta entonces era considerada “una cosa sucia y mala” por el común de las personas.

Cuando creímos empezar a respirar vino el 2008 y pensé que íbamos a retroceder de nuevo, pero no me abatí. Me propuse salir a la calle, hablar, decir, no callar, como lo había hecho antes, vale decir. Hoy estamos viviendo un momento histórico, pero no menos intenso. Hoy nuestro gobernador puso en funciones a dos nuevos ministros, el de Educación y el de Cultura y Comunicación. Es el signo de la importancia que se atribuyen actualmente a estas áreas como ejes estratégicos para un futuro a largo plazo.

Como generaciones anteriores pusieron sus cuerpos y sus vidas ante el terrorismo de Estado, a nuestra generación le toca poner el cuerpo y el espíritu para que los sueños de ellos y los nuestros se concreten. Falta mucho por hacer. Respiremos y sigamos. “Y si, lo echaron porque era un desastre”, la voz me saca de mis pensamientos y me devuelve al colectivo. Según nuestro grado de involucramiento y compromiso, diremos lo renunció, lo echaron o lo echamos. Creo que tengo el solemne título de decir “lo echamos”, y agregar que por primera vez, no necesitamos de las botas para arreglar nuestros males. Por primera vez, dimos una lección de valentía y civismo al mundo, que hoy nos mira estupefactos. Como dice la gurisada: “a pesar de las balas y los fusilamientos, no nos han vencido”.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Hasta el final

Desde el colectivo pude ver el cartel pasacalles en una esquina: “Hasta el final”, rezaba la leyenda debajo de los nombres de los candidatos. Eso fue antes de las elecciones y pensé en ese momento que allí se denotaba la real dimensión que tendrían las elecciones por aquí en Entre Ríos. Aquellos por entonces candidatos opositores al gobierno de turno, sabían que se jugaba en la contienda el final de algo, aunque no especificaban de qué.

Me pareció que realmente había una verdadera lucha por desterrar viejas prácticas de la política y abrir la puerta a una incipiente nueva forma de ejercer esta práctica. Digo incipiente, porque aún las personas que hoy abren esta puerta fueron forjados en esa vieja forma de hacer política y por más que aprendieran lo que no querían, aún falta que lleguen a mayor protagonismo aquellos que tengan memoria pero se hayan formado en otra manera del ejercicio democrático y político.

“Nadies”, y me incluyo aún con mis 35 años, estamos exentos de mantener en los resabios de nuestra sangre las estructuras y andamiajes de una educación en marco de dictadura, una democracia acotada por intereses espurios y una concepción unilateral del poder. Será también deber de quienes llevamos esta historia a la espalda mantenerla presente en las nuevas generaciones, dejándolos ser con mayor protagonismo, equilibrio difícil de sostener y que solo los reales liderazgos pueden generar. Mi generación cumplirá en esta misión, un rol fundamental.

Cuento para dejar ejemplo de lo que digo, una anécdota reciente que se relaciona con estos conceptos. Cuando yo era gurisita, en mi barrio custodiar los carteles propios y “dejar caer” con cierta picardía e ingenio el cartel que pregonaba a los contrarios era cuestión de militancia. Hoy los tiempos han cambiado y la tolerancia y el respeto por un otro distinto es una necesidad imperiosa ante intereses ajenos que busca dividir a como dé lugar, cómo lo han venido haciendo a lo largo de la historia. Hay que decirlo.

Igualmente, haciendo honor a esta pasión de antaño que fluye en mis venas, estuve a punto de bajar un cartel opositor a mis ideas que me colgaron frente a la puerta de mi casa. Además de los discursos constantes de tolerancia y respeto desde la conducción del proyecto nacional y popular, mi esposo me convenció con una simple frase: “no te ensucies las manos que no vale la pena”. Es así que, el lunes 24 de octubre, saqué la escalera a la vereda de mi casa y ante la mirada atónita de algunos vecinos bajé el cartel que Busti y Halle habían colgado allí sin mi permiso.

Tal vez parezca un acto pequeño e inocente, pero “de a uno come la gallina y engorda”, dijo mi abuela y es de pequeñas cosas que se compone la historia. Este pequeño acto me pareció de gran justicia para quienes sufrimos en carne propia los avatares de la vieja política de puertas cerradas, caudillos y líderes indiscutidos. Por otra parte, el proceso electoral había concluido y una parte importante de la ciudadanía avalaba el desapego a esos nombres que muchas veces se creyeron “imprescindibles”. Allí quedó el cartel, en un rincón de mi casa, porque no se deben guardar rencores ni odios, pero tampoco se debe olvidar. Hasta el final, sí. El final finalmente comenzó a llegar.

miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Y a mí cuando me toca?

En la parada del cole siempre hay un muchacho demás conversador y que siempre se está quejando por el horario. Tiene unos anteojos de esos que te dejan los ojos en caracolito y un reloj bien grande. Siempre viaja con un bolsito y un buzo, “por las dudas refresque”. Uno de esos días lo ví saludando una chica que subió con una remera de APANA (Asociación de Padres y Amigos de Niños y Adolescentes Aminorados), con la cual conversó efusivamente. Recién ese día noté que él era diferente.

Otro día, en su charla con otro pasajero comentó que el día anterior había recibido una netbook y que “el propio gobernador me la dio en mano”. Muchos de los oyentes inadvertidos manifestaron una leve duda o sorpresa en sus rostros, no sé si por lo del gobernador o porque no creyeran que el muchacho podía ser beneficiado con esta herramienta. Una señora a mi lado me comentó: “es verdad, a mi hijo también le dieron”.

El relato de la señora siguió solo sin que yo preguntara nada, pero seguramente mi rostro indicaba una atenta escucha. Transcribo simplemente lo que me dijo porque no creo que quepa otra forma de describirlo: “No sabe como lloraba ese chico, tenía una emoción que no se podía creer”, comenzó y dijo a continuación que “justo el día anterior estábamos mirando en la tele que la Presidenta entregaba las netbooks a unos chicos de una escuela secundaria. Él me miró y me dijo: ¿Mamá, cuando nos va a tocar a nosotros? ¿Por qué siempre quedamos afuera?

La madre le contestó simplemente “¡ni lo pienses!, vas a tener que esperar”. Después me explicó que en la casa tienen una computadora de escritorio, “pero no es lo mismo viste, porque esta es solo para él. Cómo él la quería tanto y tiene trabajo, le dije que bueno, que tenía que ahorrar si se la quería comprar. Ese mismo día a la noche me llaman que vaya a la mañana siguiente que el gobernador les iba a entregar una netbook. No sabe, no durmió esa noche, y no paró de llorar de la emoción. Está tan contento que por fin alguien se acordó de ellos”.

No encontré palabras para describir lo que me producían esas palabras, porque es verdad que eran personas prácticamente olvidadas y que, sin instituciones civiles que se hagan cargo de ellos estaría fuera del sistema. Si bien hoy ya existe una tendencia para que estos chicos sean integrados a escuelas comunes, el proceso es lento y el cambio cultural necesitará años de “cuajada” para fructificar. En este sentido, rescato las palabras del gobernador en ese acto cuando admitió frente a estas etidades que “necesitamos de ustedes como el aire”, porque de otra manera el Estado nunca llegaría a otorgar este beneficio.

Sé lo que es no ser incluido, todos alguna vez, debemos haber sentido eso en carne propia, unos mas, otros menos. La real importancia de la inclusión no tiene que ver con lo que se entrega en mano, sino con significar en ese acto que esas personas existen, son tenidas en cuenta, tienen derechos y, principalmente el Estado, tiene el deber de no olvidarse de ellos. Sentí a través de ese relato que algunas cosas están cambiando para siempre y es muy bueno que eso suceda, porque definitivamente, no hay que volver atrás.

Un derecho adquirido debe defenderse todos los días con pequeños actos. A veces escucho a algunas personas decir ¿y a mí cuando me toca?, y me parece propicio que se le pida mas a un gobierno que da respuestas. Lo que no comparto, es que quienes no tienen urgencia no sean lo suficientemente solidarios para darles lugar en la cola a aquellos que esperaron muchos años para ser incluidos.


El acto se desarrolló el 1 de septiembre de este año en el salón de actos de la Unión Personal Civil de la Nación (UPCN). La Fundación Esperanza hizo la propuesta al gobernador para la compra de las netbooks ya que las entidades como la Asociación Paranaense de Síndrome de Down (Aspasid) –receptora de las netbooks- no están incluidas en el Conectar Igualdad. De esta forma, el Estado provincial dispuso del dinero necesario, que fue entregado a la fundación para la compra de 41 máquinas. Si bien la entrega iba a ser simbólica, el mandatario entrerriano decidió entregar cada una de ellas en ese acto.

jueves, 25 de agosto de 2011

El pan nuestro de cada día

Hacía rato que no andaba en colectivo. Como la cosa viene bien, ahora tengo una moto para ir al trabajo. Igualmente, los días de lluvia o cuando tengo asegurado el viaje de regreso, voy en colectivo. Uno de esos días, dos señoras en el asiento delantero al mío conversaban sobre temas tan diversos como los nietos, los capítulos de las novelas y alguna novedad del vecindario. En ese mar de palabras apareció el tema del precio del pan.

Una de las señoras le dijo a la otra: ¿Viste cuanto sale el kilo de pan? En la radio dijeron hoy que va a aumentar hasta 8 pesos. ¡Qué barbaridad!. La otra, con menor exclamación admitió que había escuchado la noticia, pero en vez de alarmarse, le informó que hacía rato que venía escuchando esos augurios y, sin embargo, a la vuelta de su casa el kilo de pan seguía costando 4,5 pesos. Ahhhh!!!, respondió la alarmista. Si puede ser, admitió luego. La verdad que en mi barrio tampoco aumentó, terminó confirmando.

Aclaró aquí, que algunas de las reflexiones que vienen a continuación fueron hechas en conjunto con compañeras de estudio en un curso que estamos haciendo juntas y formó parte de un trabajo. Creo que es válido decirlo para hacer justicia con el tiempo que las demás personas le dedicaron al trabajo.

En principio, se me ocurrió que podía ser una mentira más de la que los medios utilizan para pegarle al gobierno, pero me pareció que había que darles una oportunidad a los colegas de la comunicación. Miré los diarios y comprobé que tal cual lo decía la señora, el precio del pan había sido protagonista de las tapas durante tres meses. La primera aparición en escena fue en agosto de 2010, para reaparecer luego en abril, mayo y junio de 2011.

El precio

El precio, según las teorías de mercado, es hijo de la discusión entre la oferta y la demanda. Así, que para explicar el precio del pan podríamos remitirnos a ver que pasó con esos dos factores. Digamos en principio que la cantidad de dinero que las familias destinan a la compra del pan, es el flujo nominal y la cantidad de kilos producidos por las empresas panificadoras el flujo real. Es de esta relación entre oferta y demanda de dónde surge el precio del pan.

Veamos entonces algunos datos sobre la evolución del precio del pan en la ciudad de Paraná durante un año, para tomar un parámetro. Según el Indice Autoponderado de Precios de la Dirección de Estadísticas y Censos de la provincia, ascendió de 4,20 pesos en enero de 2010 a 6,12 en enero de 2011. Así, la variación en el precio fue de un 45,7% en un año, presentándose el primer incremento a 5,16 pesos en agosto y el segundo a 6,12 en septiembre. Ahora, para poder explicar esta suba debemos entonces analizar que sucedió con la oferta y la demanda del producto en el mercado de los panificados durante este año.

La demanda

En cuanto a la demanda, según un informe de productos panificados consultado en la página del Ministerio de Agricultura de la Nación, sabemos que anualmente se producen en el país 3,5 millones de toneladas de productos panificados, de las cuales 94% corresponden al pan tradicional de panadería y 6% al pan industrial. En 2010, el consumo anual per cápita en la Argentina se estimó en 70,6 kilos para el pan tradicional de panadería y en 4,6 para el pan industrial -pan de molde y bollería. Es decir, que el consumo se mantuvo dentro de los parámetros esperados.

También podemos señalar que durante el año 2010 las ventas minoristas de pan industrial alcanzaron en Argentina los 1.400 millones de pesos, un 13% más que en 2009. Sin embargo, los formatos industriales representan solo el 14% del total de las ventas minoristas de pan en el país (respecto al valor), representando aún el pan tradicional la vasta mayoría de las ventas.

Aún sin tener datos de las ventas del pan tradicional, podemos inferir que subieron respecto al año anterior y, si el consumo del producto se mantuvo dentro de los parámetros normales, es dable decir también que parte de la suba en las ventas es también debido al aumento del precio. Igualmente, esto quiere decir que hay dinero disponible e interés por parte de las familias para adquirir este producto, lo cual nos lleva a indagar qué pasó con los salarios en ese período.

En el Informe Económico Nº 73 del Ministerio de Economía de la Nación, dice que el empleo y los ingresos familiares sufrieron una recuperación positiva en 2010 respecto a 2009. Hasta el tercer trimestre de 2010 el crecimiento del salario nominal era de 24,8% anual. De esta forma, podemos decir que el consumo sufrió un aumento relativo debido a un mayor poder adquisitivo, lo cual podría explicar hasta cierto punto la suba del precio, pero comparativamente no lo justifica porque subió casi el doble que los salarios, porcentualmente hablando.

La harina que nos alimenta

Veamos que ocurre con la oferta del producto. Las voces que reclamaban por el tema del precio en los medios de comunicación, provenían en su mayoría de las asociaciones que agrupan a los panaderos, quienes atribuyen los incrementos al precio y escasez de la harina. Notemos que este es un insumo fundamental para elaborar el pan tradicional, ya que representa entre un 55 y 90% de los insumos principales. Igualmente, vimos que la producción no presentó una disminución durante el año 2010.

Respecto a la harina entonces, asumamos en principio, que las panaderías tradicionales tienen un poder de compra y capacidad de stock limitada en comparación con las empresas industriales. Analicemos ahora que pasó en el mercado de la harina de trigo, que en 2010 alcanzó alrededor 4,6 millones de toneladas de producción a nivel país, sin modificaciones considerables en cuanto a volumen respecto de 2009. El destino del insumo fue 19% para exportación y 81% para el mercado interno (3,8 millones de toneladas). De lo consumido internamente, se estima que el 69,7% se utilizó en la elaboración de pan. En Entre Ríos, si bien existen molinos harineros, el porcentaje que representa a nivel país no tiene mayor incidencia en el mercado.

El trigo

Referente al trigo, y según el Sistema Integrado de Información Agropecuaria, en la campaña 2010/2011 se alcanzó un rinde de 14.722.249 toneladas a nivel país, sufriendo una recuperación respecto de las dos campañas anteriores que alcanzaron alrededor de 8 millones de toneladas cada año. En Entre Ríos la producción de este cereal para la campaña 2010/2011 fue 1.093.970 toneladas, es decir un 7,4% de la producción nacional. Tengamos en cuenta que este porcentaje osciló en los últimos 10 años entre 3% y 6%, siendo una excepción la campaña 2009/2010, donde a nivel nacional los rindes fueron muy bajos y en Entre Ríos fueron excepcionales, alcanzando un 16,2% de la producción nacional.

Señalemos aquí, que aún nos faltarían datos para saber porqué existe escasez de harina de trigo en el mercado y la consecuente suba del precio, ya que si bien existió baja producción de trigo a nivel nacional durante la campaña 2008/2009 y 2009/2010, esto no parece repercutir en la molienda para la producción de harina, que se mantuvo en niveles normales durante 2009 y 2010. Además la producción de trigo se recuperó en la campaña posterior y Entre Ríos fue excepción en el momento de la baja con una cosecha record. De esta forma, la escasez no parece estar en relación con problemas de producción, aunque no hemos hablado hasta aquí de la evolución en los precios de estos insumos, ya que tanto el trigo como la harina para este fin se encuentran subsidiados por el Estado.

Otros factores

Deberíamos agregar a en este caso, el precio de la mano de obra y los alquileres, otros de los factores mencionados por los panaderos a la hora de justificar el precio del pan. En cuanto a salarios, en abril de 2010 se firmó un acuerdo en el Ministerio de Trabajo entre los representantes de trabajadores e industrias del sector para aumentar en un 16% los sueldos de los empleados lo largo del año. Los incrementos se dieron en abril y agosto.

Por otra parte, según datos de Estadísticas y Censos de la provincia, entre enero de 2010 y enero de 2011, teniendo en cuenta los precios promedios de alquiler de un local comercial en la ciudad de Paraná, estos subieron un 180,48% en el caso de un local dentro de los boulevares y un 27,34% en el caso de locales fuera de éstos. Podríamos decir entonces, que aquí hay otra incidencia para argumentar la suba en el precio del pan y justificar las diferencias entre unos locales y otros. Es decir, en el barrio sale más económico porque generalmente los locales son propios, o los alquileres son más bajos.

Nuestro amigo el Estado

Consideremos entonces factores como la intervención del Estado en este mercado, el comportamiento del sector externo y el tipo de cambio, para ver si podemos echar un poco más de luz sobre el tema. Entre 2007 y 2008, las políticas de intervención a nivel mundial se intensificaron, principalmente como respuesta al pico de los precios internacionales, siendo los principales rubros afectados los metales y los alimentos. En Argentina, a partir de 2007, el gobierno nacional introdujo un esquema para limitar las exportaciones de granos y sus derivados, acompañado de subsidios compensatorios que cubrirían la diferencia entre el valor de mercado internacional y los precios de abastecimiento interno.

En cuanto a la cadena del trigo, se implementó un régimen de compensaciones para aquellos molinos de trigo o usuarios de molienda que vendan en el mercado interno harina de trigo calidad triple cero ("000") en forma masiva o con destino al sector manufacturero para la elaboración de productos de consumo masivo. Se agregó al régimen durante el año 2010, la harina de trigo calidad cuatro ceros "0000". También se compensó de esta forma a los productores que comercializaron el trigo en el mercado interno. Solo en 2010 los subsidios a este sector representaron 534,7 millones de pesos. Hay que señalar aquí también un factor político, ya que en marzo de 2010 se disolvió la Oncca, siendo sustituida por otro organismo y pasando del Ministerio de Agricultura al de Economía, lo cual puso entre paréntesis la distribución de esos subsidios.

Se intentó así, aislar el precio interno de los productos de la dinámica alcista a nivel internacional, incentivar el agregado de valor en el mercado interno y preservar el poder adquisitivo de la población, en particular de los sectores de menores ingresos. En los dos primeros trimestres de 2010 el precio internacional del trigo bajó respecto a 2009, cuando el precio promedio estuvo por encima de los 200 dólares la tonelada, recuperándose notablemente a partir del tercer trimestre (238 dólares). Este incremento se debió a los efectos de la sequía en Rusia, por lo cual se cerraron las exportaciones desde ese país. En el mercado interno el valor se incrementó de 231,8 dólares Fob en enero de 2010 a 318,57 en enero de 2011, es decir un 37,4%. Por otra parte, respecto al tipo de cambio para los dólares estadounidenses en nuestro país, moneda que se utiliza mayoritariamente para las exportaciones, el precio varió de 3,84 pesos en enero de 2010 a 4,01 pesos en enero de 2010, un 4,4%.

Algunas reflexiones

Podemos decir entonces, que el incremento del precio del trigo a nivel internacional, sumado al atraso de las compensaciones, sería tal vez el factor de mayor incidencia en el precio del pan para el año 2010. Los panaderos dicen que la culpa es de los molinos que encarecen la harina y retrasan la entrega, los molinos dicen que es del gobierno por no pagar en término, los productores quieren vender a precios internacionales y no tener que esperar el subsidio. Agreguemos que la comercialización del pan tradicional se realiza generalmente a través de las panaderías, calculándose que en Argentina se cuenta con una panadería tradicional cada 1.200 habitantes, con lo cual, en 2010 se habrían contabilizado unos 33.000 establecimientos en todo el país y alrededor de 198 en la ciudad de Paraná.

Es así que los primeros resentidos en este tema, tienen razón en ser los panaderos, quienes no pueden generar stock del insumo, ni tienen mayor poder de compra al no asociarse para hacerlo en mayor volumen. En definitiva y finalmente, el precio se va trasladando entre queja y queja a quienes todos los días consumimos este producto, que representa nada más ni nada menos que el 12,6% de la Canasta Básica Alimentaria en Vigencia, después de la leche fresca y la papa. Tal vez el precio del pan nuestro de cada día, valdría una reflexión de los distintos actores de la cadena en conjunto con el Estado, para acercar una solución que nos beneficie a todos.

jueves, 12 de mayo de 2011

Cuando el sistema dignifica

Ayer subió una señora al colectivo y pagó el pasaje con su tarjeta de jubilada. Después subió un gurisito de guardapolvo y pagó también con su tarjeta. Lo propio hizo luego una estudiante que, carpeta en mano ascendió al transporte. Más tarde, un hombre subió y también se hizo del boleto mediante este sistema. Me recordó a las épocas en que yo iba a la escuela primaria y debíamos subir al colectivo con las monedas, solicitar el boleto escolar y rezar que el colectivero tuviera cambio si no llevábamos lo justo.

Más de una vez, con una compañera que vivía por mi barrio y viajábamos juntas, tuvimos que pelearnos con el colectivero porque como ella era muy alta y no le creían que iba a séptimo grado. Además, cada vez que concurríamos a educación física fuera del horario de la escuela, teníamos que dar explicaciones y mostrar una certificado que dijera que nosotros íbamos a cumplir con una obligación escolar. En muchos casos, ni con todo eso lográbamos hacernos del boleto que nos correspondía por derecho y siempre teníamos que llevar unas monedas extras para no quedarnos a pie.

Cuando ingresé al secundario, al menos solo debía justificar mi condición de estudiante mensualmente, ya que podía comprar unos bonos que me duraban todo el mes y con los que pagaba a diario. Aún así, en algunos casos el colectivero cuestionaba los horarios en que viajábamos con el bono. Si una quería quedarse en la casa de una amiga después de educación física a hacer algún trabajo o simplemente tomar unos mates, en determinadas ocasiones y dependiendo del humor del colectivero, había que escuchar reclamos de su parte.

Sin scaner

Viendo entonces la gente pasar con sus tarjetas, y con la incorporación de un sistema en donde el colectivero dejó de ser el patrón del colectivo y se le quitó de encima la tarea de manejar el dinero (aunque aún queda la opción de pagar con monedas éstas se colocan en la máquina), tomo dimensión de lo que significa para muchas de esas personas no tener que dar cada día una explicación. Uno debe justificar ante la empresa su condición de obrero, estudiante, jubilado o lo que fuere, o simplemente adquirir su tarjeta de pasajero en un kiosco, sin tener que pasar por el scaner de nadie.

Recordé entonces, cuando el gobernador mencionó a raíz de la implementación de la tarjeta social, “no más punteros, no más contactos, no más colas denigrantes”, ya que con ese sistema, el Estado deposita el dinero y el beneficiario puede comprar el alimento directamente en los comercios habilitados a tal fin sin tener que recurrir a esas viejas prácticas de la política. Muchas veces creemos que la “forma” en que se implementan las políticas no tiene importancia, pero creo que eso sería demasiado ingenuo a esta altura.

Una nueva forma de interpelar

Me resulta necesario señalar, que no podemos cambiar un modelo sin cambiar la forma en que el Estado llega a los ciudadanos. Si la Nación o la provincia siguieran en este pensamiento de creer que “yo tengo” y por eso “para tenerlo tenés que pedirme a mí que tengo el poder de la repartija”, seguiría trabajando con esas prácticas. Al contrario, el Estado ha decidido interpelar a los sujetos como personas con derechos, trabajando si con militantes comprometidos en la detección y organización de quienes necesitan ser incluidos, pero teniendo en cuenta que no es el gobierno de turno el que los ayuda, es la sociedad argentina o entrerriana que les devuelve la posibilidad de formar parte de ella.

La Presidenta lo señaló claramente en un acto en el cual se inauguraba un Centro de Integración Comunitario, que no había que “llegar a los barrios a dar, a los barrios y a las gentes hay que llegar a organizarlas, para que se sepan valer por sí mismas. No queremos darle nada a nadie, queremos organizar a la gente”. En ese caso, el CIC fue construido íntegramente, por trabajadores del plan Argentina Trabaja. Es decir, se los invita a ser útiles y dignos a través del trabajo; se les educa en estas cuestiones que nos parecen tan simples a quienes tenemos las pautas de cumplir horarios, trabajar en equipos y tener responsabilidades.

Aunque cambie el gobierno, quedará para ellos la riqueza del conocimiento y la experiencia; el gusto de percibir que, trabajando juntos más cosas son posibles; y que organizados, juntos, es mejor que solos. Tengo al esperanza de que un nueva Argentina será posible si generamos nuevas formas de implementar las políticas de Estado, nuevas formas de incluir, nuevas formas de pensar y nombrar las cosas; en fin, nuevas formas de hacer política.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Alguien que no está

Ya ayer por la noche en el colectivo, dos gurises venían comentando una charla sobre los derechos humanos y la conmemoración del 24 de marzo de 1976 en la que estuvo uno de los tantos nietos recuperados. Como parte de una generación que nació con las sombras, asistió a al amanecer democrático, durmió la siesta liberal en los 90 y se admite protagonista de una tarde esperanzadora; solo me resta decir muy poco.

Nosotros, al igual que aquellos jóvenes de los 70 a los que representan Néstor y Cristina, somos sobrevivientes, somos esternautas de nuestro destino. Ellos por permanecer con vida y no claudicar a sus sueños, nosotros por estar vivos, reconstruir nuestra identidad y comprometernos en ser protagonistas de nuestro futuro y el de nuestros hijos. No tengo palabras verdaderamente para expresar todos los sentimientos y emociones que se mueven en mi interior al pensar en la total dimensión de lo que significó el proceso para nuestra historia.

Simplemente me surgen y escribo estas palabras:

Hay alguien que no está,
alguien que no supo que no iba a estar.

Alguien lo llama hoy, lo necesita, lo busca.
Trata de aferrarlo y definirlo.

Hay un vacío entre ellos
ya imposible de llenar por la presencia.

Hay un espacio que se llena
con lo que nadie sabe, lo que nadie entiende,
solo ellos y alguien,
alguien que no está.

lunes, 21 de marzo de 2011

Docencia por la negativa

Hoy hace dos semanas, en la parada del cole una gurisita con sus dos trenzas esperaba ansiosa la llegada del transporte que la llevaría a las aulas, al parecer por primera vez. Una vez que subimos, en tres o cuatro pardas más se repitió la suba de guardapolvos blancos y uniformes, además de algunas y algunos profes con sus infaltables portafolios.

Esta mañana, un grupo de gurises en el último asiento portaban con gusto remeras que los identificaban como estudiantes de escuelas técnicas. Comentaban sobre el uso que les están dando a sus netbooks en la escuela, los juegos que los entusiasmaban a sacar cálculos, a construir virtualmente, a resolver problemas y buscar información. Mi escucha atenta, era interesada pero también revestía algo de sana envidia, debo admitirlo. Para una generación que accedió al televisor junto con el ingreso a la escuela y que pensar en computadoras era algo de ciencia ficción, estas herramientas maravillosas que hoy se les posibilitan a nuestros gurises son realmente para envidiar.

A quién le importa la educación

No obstante estas herramientas y tantas otras cuestiones que se van mejorando respecto a educación, unos asientos más allá una maestra expresaba sus quejas a viva voz con otra colega. La compañera, al parecer no muy convencida, se limitaba a una escucha indiferente que solo obtuvo un gesto de cierto enojo cuando la otra dijo que a nadie le interesa la educación. “¿Y nosotros que somos?”, dijo la hasta entonces oyente. “¿O los que hacemos todos los días no cuenta?”, agregó. La discursera fue terminante: “Pero a nadie le importa”.

Estas frases me llevaron a reflexionar respecto a la importancia que le damos a la educación los argentinos y los entrerrianos en particular. Este año, el gremio mayoritario en la representación de los docentes entrerrianos Agmer (Asociación Gremial del Magisterio), decidió comenzar el ciclo lectivo con un NO. Como todos los años desde el 2004, el gobierno provincial realizó un propuesta para elevar el salario mínimo de bolsillo de 1.840 pesos a 2.300 pesos, una suba nominal del 25 por ciento, más un incremento en el Fondo de Incentivo Docente, de 50 pesos. También se incrementó el valor del punto índice de 0,9842 pesos a 1,2303 pesos.

Haciendo memoria

Para tener una cabal dimensión de los que significan estos números, me parece acertado hacer un poco de memoria de al menos una década sobre este tema y sobre algunos de estos datos. En 2001 todos los trabajadores, no solo los de la educación, cobraban su salario en bonos federales. En el 2002, el inicio de clases se retrasó 60 días. En el 2003, cuando el gobernador aún era Sergio Montiel, al 27 de mayo Entre Ríos era la única provincia del país que no había comenzado las clases. Con la presencia del entonces reciente presidente, Néstor Kirchner, se solucionó el tema y los docentes volvieron a las aulas.

En el 2004, ya con Jorge Busti en la gobernación, a menos de tres meses de gobierno se abonaban los sueldos en tiempo y forma, en pesos -no en bonos devaluados- y se ofreció efectivizar el pago antes del inicio del ciclo lectivo. También se les pagó aguinaldo en diciembre, el salario doble en enero y se abonó con los sueldos de febrero la ayuda escolar; restituyéndose también códigos descontados, adicionales y aumentando las partidas destinadas a los docentes. Además se hicieron algunas inversiones de reparación en más de 800 escuelas y se reinició el diálogo.

Salario mínimo y punto índice

En septiembre del 2003 el salario mínimo de bolsillo de los docentes entrerrianos, era de 660 pesos, a enero de 2005 la suma ascendía a 906 pesos. En 2006 el gobierno propuso 750 pesos en el período comprendido entre marzo y junio, 770 de julio a noviembre y 800 a partir del mes de diciembre. En 2007 el mínimo de bolsillo inicial fue propuesto en 1.040 pesos desde marzo y 1.100 en septiembre. En 2008, la propuesta alcanzó 1.290 pesos; en 2009 a 1.490 pesos; en 2010 a 1.740 pesos en marzo y 1.840 pesos a partir de julio. Como ya lo dije antes en 2011 el sueldo mínimo del docente ascendió a 2.300 pesos.

En cuanto al punto índice, que es el que indica los valores de las horas cátedra, en 2006 se propuso la elevación del valor del punto índice a 0,30 pesos. En 2007 el incremento fue propuesto en julio y octubre para llegar a un valor de 0,48 pesos, en septiembre la negociación cerró con la elevación del punto índice a 0,495 pesos. En 2008, se incrementó de a 0,57 en marzo y 0,62 en julio. En 2009 ascendió a 0,7470 y en 2010 a 0,9842 pesos. En 2011 como ya indiqué la propuesta se concretó en 1,2303 pesos.

A pesar de esto, pocas veces las clases comenzaron con normalidad y los paros se sucedieron a lo largo de los ciclos lectivos. Entre 2004 y 2007 cada vez que el gremio rechazaba la oferta, el gobierno provincial dejaba sin efecto el aumento propuesto y descontaba los días de paro. Desde la asunción de Sergio Urribarri, el gobierno cambió su modalidad dejando en firme los aumentos a pesar de las negativas reiteradas de los gremios y solo manteniendo los descuentos de los días de huelga. También a lo largo de la gestión de Jorge Busti, los funcionarios de arquitectura mantuvieron reuniones con el gremio por el tema infraestructura y en la gestión Urribarri se agregó el tema viviendas y comedores.

En el presupuesto

Desde Nación se destinan más de 6 puntos porcentuales a educación cuando la constitución establece el 6 por ciento y antes de Néstor Kirchner ese porcentaje era de 2 por ciento. El financiamiento en educación debe estar conformado según mandato constitucional en Entre Ríos “como mínimo por el 28 por ciento de las rentas generales disponibles y los demás recursos que la ley establezca” (artículo 268º de la nueva Constitución provincial). El proyecto de presupuesto elevado a Diputados por el Ejecutivo provincial para el 2011, previó destinar el 39,77 por ciento de rentas generales al sistema educativo, al que se suman otros recursos asignados por leyes específicas.

Educación tiene un presupuesto total para 2011 de 2.998 millones de pesos, lo que nuevamente es una proporción récord. En 2009 esa cifra alcanzó alrededor de 1.887 millones de pesos y en 2010 2.178,65 millones.

No positivo

Creo entonces, que la frase de la docente “a nadie le importa”, se debe tal vez a una falta de autoestima del sector docente por su trabajo o tal vez a una imposibilidad de ver el vaso medio lleno en vez de medio vacío. También me parece propicio mencionar la segmentación de sectores que impulsaron los 90 y decir que los gremios no escaparon a ella. Es por eso que mucha gente cree que “a nadie le importa” lo que hacen mas que a ellos, que solo ellos tienen dificultades que afrontar y que son el último orejón del tarro. Considero que algunos docentes tienen hoy ese discurso y no hacen otra cosa que hacer docencia por la negativa.

Lo no positivo es una definición endeble, sin convencimiento. No quiero esto, pero no sé lo que quiero. Tal vez eso es lo que una parte de la docencia ha olvidado hoy, la necesidad de acunar sueños, de tener objetivos, de luchar por convicciones e ideas y no solo sueldos, edificios y bancos. Eso es quedarse en lo anecdótico, perdiendo de vista la defensa de la educación pública y dejando de recrear las formas de lucha, las diversas oportunidades de expresarse y las diferentes ideas que pueden ser llevadas a la práctica sin necesidad de mas dinero (aunque no creo que deban de dejar de pelear por mayor presupuesto).

Mi convicción es que la educación es un problema de todos y no solo de esos padres que cambian a sus hijos a una escuela privada porque en la pública siempre hay paro. El Estado deberá asumir sus responsabilidades, pero también el gremio docente deberá dar cuentas de lo propio, porque si hacen una paro solo “porque este es un año electoral y tenemos que sacarle provecho”, es porque realmente la educación pública les interesa muy poco. Si considero que los maestros deben de tener la heladera llena para trabajar dignamente, pero también digo que la actitud con que nos paramos frente a las problemáticas es parte de la solución de las mismas. Tal vez los sucesos ocurridos por estos días con el compañero Moyano deberían hacerlos reflexionar para darse cuenta a quienes son funcionales.

Hasta aquí llegué. Será hasta la próxima parada.

martes, 22 de febrero de 2011

La verdad de la milanesa

Por la ventana del colectivo, la semana pasada, pude ver en la vereda un pizarrón de esos que se usan en el barrio para promocionar cosas inexplicables y decir que vendemos algo. "Milanesas", rezaba el letrero, y más abajo continuaba, "más baratas que las de Cristina".

Sentada junto a la ventanilla una señora gordita de rulos pregunta en voz alta, "¿más baratas?, quién sabe si serán buenas". Otra mujer a su lado le responde, "habrá que ver. En mi barrio las venden y están buenas".
-Por mi casa no se consigue todavía- dice la gordita, y agrega, "la carne está carísima. Ahora es una lujo comer carne".
- Y si, ahora la bajan porque les dice el gobierno- argumenta la otra.
La conversación continúa y mi oído está intrigado por saber más sobre estas milanesas de las que no tenía noticias.
- Para mi que ellos nomás hacen los precios, sino cómo se explica que ahora los puedan bajar. Si dicen que algunos hasta bajaron los precios de otras cosas. O le dan carne mala o es verdad que lo pueden vender mas barato. Ellos nunca pierden, eso es seguro- concluye la gordita de rulos con un gesto entre indiganción y resignación.

El reflejo de los medios

Llegué a casa intrigada y con la ayuda del señor Google pude comprobar que, efectivamente, el 9 de febrero la Presidenta presentó el plan Milanesas para Todos. La iniciativa intenta revertir la escalada de precios sobre la carne y en especial, sobre este plato que tanto afecto cosecha entre los argentinos. Y yo sin enterarme.

La versión de Clarín, por supuesto, aseguraba que el producto no se conseguía en ningún lado a ese precio y hacía un comentario banal sobre lo dicho por la Presidenta. La de La Nación, estaba escrita más en un tono irónico de barrio que en el de una versión periodística. Los medios locales, por su parte, decidieron difundir una medida beneficiosa para la población y promocionar a los comerciantes que la aplicaban. El Once TV entrevistó, al personal de una carnicería que las vendía y aseguraban haber subido sus ventas, por lo cual bajaron el precio de otros cortes, cosa que también resultó positivamente. LT 14 obtuvo similares respuestas con sus móvileros. Después leí en diario Uno que el plan ya era un éxito en la región, que ahora están negociando con frigoríficos e hipermercados para hacerlo más masivo y que ya están pensando en hacer lo mismo con el pan.

Según mi pequeña investigación de mercado, en mi barrio el kilo del costeletas vale 25 pesos, el asado 22, la paleta sandwichera y la picada común 20, la picada especial 30, y según dicen, antes de Cristina la milanesa valía 28 pesos. Según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, IPCVA, el asado vale 28,98 pesos, la picada especial 24,77 y la común 17,34 y el osobuco, que se supone es lo más barato, 12,56. En ese marco, bienvenidas sean las Milanesas para Todos o Milanesas de Cristina como les dice la popular.

Pensé que mi ignorancia sobre el tema se debe nada mas a que las buenas noticias no son noticia. Afortunadamente hay otros medios para informarse de las novedades, como el pizarrón de la carnicería del barrio o el comentario de las doñas en el colectivo. También es verdad que cuando existe algo barato, y ni que hablar si además es de buena calidad, la gente enseguida lo comenta.

Pensando... que no está de más

El carnicero del barrio contributó a la comunicación comunitaria, pero también es verdad que supo utilizar con inteligencia la propaganda espectacular que la Presidenta le brindaba gratuitamente para uno de sus productos. "Más baratas que las de Cristina", porque en principio ya todos sabemos o tenemos al alcance de la mano el precio de "las de Cristina". Por otra parte, utiliza el nombre como si solo existiese una mujer llamada Cistina en toda la república, aunque asociada con milanesas y con publicidad suficiente para que todos podamos saber á quién se refiere, debemos reconocer que es casi la única. Igualmente, no dice "mas baratas que las de la Presidenta", no, dice "las de Cristina". El nombre se instala con familiaridad refiriéndose a una sola persona, habiendo miles de referencias posibles, es algo que consiguen pocas personas.

A su vez, me queda picando la frase de la señora, "ellos nunca pierden", donde su duda respecto del por qué de la baja del precio se vuelve razonable. ¿Quién o quiénes entonces, se quedan con mas de lo debido en la cadena de comercialización de la carne? En enero de 2011 el precio promedio del kilo vivo en el mercado de Liniers es de 7,052 pesos, ¿cuanto gana el que transporta el ganado, el frigorífico, el transportista de la carne y el comerciante? Sabemos cuanto se le paga al productor, pero no sabemos que porcentaje les queda al resto de los integrantes de la cadena o cuanto le cuesta al productor desarrollar un kilo de carne. Hay muchos de estos datos que no están disponibles o al menos en el IPCVA no logro encontrarlos, ni pensar que todos podamos tener esa infromación al alcance de la mano.

Recuerdo un vez haber concurrido a un encuentro de Economía Solidaria, donde se hablaba de todo menos de precios o de los ingredientes para formar los precios. Creo que ese el problema de fondo aquí, nadie quiere habalr de plata, ni mucho menos que otros sepan cuanto gana. Si tenemos que saber cuanto le pagan a los de la AUH o a los del Argentina Trabaja, porque esa es "nuestra" plata y tienen que rendirnos cuentas; pero no tenemos porque darles explicaciones a los vecinos de qué porcentaje nos quedamos y en base a qué le cobramos lo que le cobramos. Pregunto desde mi ignorancia, ¿no será que ese también es una derecho del consumidor?

La verdad de la milanesa es que esta medida logró dos cosas, que los consumidores comencemos a preguntarnos cómo se forman los precios y que el comerciante experimiente que no se gana más subiendo los precios, sino bajando el precio y aumentando el volumen. Vender mas a menor precio, regla básica de la mayor cadena supermercadista del mundo Wal-Mart. El gobierno propicia esto. Eso para los que dicen que son "zurdos".

Podría seguir escribiendo sobre el tema, pero creo que hasta aquí el lector o la lectora ya me acompañó bastante. Será hasta el próximo viaje en colectivo.

miércoles, 16 de febrero de 2011

¿Por qué Conversaciones de Colectivo?

Hacía tiempo estaba pensando en este proyecto. Generalmente las ideas se posan en mi frente, tal cual mariposa revolotean y se van, sin dejar demasiados rastros pero incorporando a mi inconsciente esa fotografía, esa palabra o esa forma de proyecto.

Esta es una idea que revoloteó varias veces, y cada viaje en colectivo la renovaba. Finalmente, uno de estos días, mi padre comenzó a contarnos anécdotas de conversaciones que escuchaba en el colectivo, una novedad que desconocía y ahora está experimentando. Entonces, volvió con fuerza, y ya para quedarse, el nombre de este espacio.

Como lo indica el título, se escribirán aquí reflexiones generadas por conversaciones en el espacio popular del colectivo, ese lugar donde la gente mata el tiempo conversando de todo tipo de cosas. Allí se entremezclan comentarios de las noticias, chusmeríos del ámbito laboral o escolar, indagatorias de dos viejos conocidos que se encontraron después de mucho tiempo y circula información del clima, los precios, el fútbol, y, por supuesto, el servicio de colectivos o cualquier otro servicio público.

Se enredan y son convocados a cada instante, los valores, las opiniones, los prejuicios y las broncas convertidas en palabrotas. No hay mas moderación que el pudor de cada uno y el significado de la palabra respeto que cada viajante o usuario lleve sobre sus hombros. Algunos hablan como si estuvieran solos y nadie mas escuchara y otros consideran apenas la existencia de los demás para luego largarse a hablar desenfrenadamente. La mayoría somo escuchas reflexivos de una radio que no elegimos ni sintonizamos, pero que es una de la más abiertas y democráticas.

En mi corta edad pero larga vida, experimenté el viaje en colectivo desde diferentes lugares y puntos de vista, como estudiante primaria, secundaria y univeritaria; como laburante de la actividad pública y privada; como scout; como deportista; como madre; como novia; como niña, adolescente y adulta; como mujer que simplemente viaja en colectivo. De esas experiencias y tantas otras que estarán por venir, tomaré la materia prima para escribir mis notas.